viernes, 25 de diciembre de 2009

La educación de lxs hijxs según la organización de mujeres libres


La necesidad de enfrentarse tanto a la revolución como a la guerra llevó a Mujeres libres a desarrollar una serie de programas con dos objetivos separados pero relacionados: capacitación, es decir, la <> de las mueres para el compromiso revolucionario [y como arma de liberación para superar su papel de subordinación como mujeres], y la captación, su incorporación activa al movimiento libertario. (Martha Ackelsberg 1991:171). Tratar la subordinación de las mujeres como parte del sistema de jerarquías dominante situaba su proyecto firmemente dentro del ámbito anarquista, mientras que centrarse en las consecuencias específicas para las mujeres de esas desigualdades diferenciaba a Mujeres Libres de la corriente dominante del movimiento libertario de la época. La autonomía en su organización fue clave para este hecho.

Los programas de capacitación de Mujeres Libres se centraron en las relaciones entre subordinación económica, cultural y sexual. De este modo, plantearon programas educativos con el fin de formar y liberar el potencial de las mujeres y permitirles convertirse en miembros íntegramente participativos en el movimiento y en la sociedad. Estrechamente vinculados con los programas de cultura y educación, se programaron actividades y proyectos destinados a cualificar a la mujer para la incorporación real al mercado laboral y realizar trabajos que se percibían como propios de los hombres. La concienciación y apoyo a la militancia femenina también fue otro de los programas educativos de los que esta agrupación centro su atención. Pero son los programas y artículos dirigidos a la maternidad y a la educación de los hijos donde más voy a centrar mi atención. Para ello voy a reproducir íntegramente un apartado en el que trata este tema dentro del libro Mujeres Libres. El Anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres, de Martha Ackelsberg.

“A las mujeres se les había impuesto la importante responsabilidad de educar a los hijos. Esa responsabilidad, afirmaba Mujeres Libres, requería que las mujeres se educasen a ellas mismas, a fin de que pudieran criar a sus hijos adecuadamente. Pero también requería que las mujeres lucharan porque sus hijos tuvieran la mejor educación posible.

Las actitudes de Mujeres Libres hacia los niños [y niñas]1 se reflejaban tanto mediante la palabra escrita como mediante ilustraciones. Número tras número, la revista incluía ilustraciones de niños [y niñas], jugando, explorando, trabajando; alegres y tristes; en la escuela o fuera de ella. Los pies y artículos que acompañaban a esas ilustraciones subrayaban las características de los niños que constituían las bases de casi todos los programas de Mujeres Libres en el campo educativo. Los niños [y niñas] eran por naturaleza entusiastas y abiertos, absorbían constantemente información del mundo que les rodeaba; los adultos, y muy especialmente los maestros [y maestras], debían evitar por todos los medios embotar ese entusiasmo juvenil. Los niños [y niñas] eran la esperanza del futuro; nunca se debía hacer que se avergonzaran de sí mismos o de sus cuerpo, debía dejárseles que se mantuvieran abiertos a todos los puntos de vista. […] <>2. Por último, la curiosidad y el afán de descubrimiento del niño [niña] debían ser estimulados al máximo. En lugar de castigar a un niño [niña] por romper algo valioso, los adultos debían poner las cosas de valor en donde los niños no pudieran alcanzarlas3.

La filosofía de Mujeres Libres en cuestión de educación estaba inspirada en la teoría y la práctica anarquista y era coherente con estos puntos de vista sobre la infancia. La educación debía ser concebida como un proceso de desarrollo y exploración más que como una represión de los instintos del niño [y la niña] la inculcación de obediencia y disciplina. Los niños [y niñas] aprendían mejor cuando se sentían mejor consigo mimos [mismas], con los demás y con el mundo. La mejor educación, por lo tanto, orientaría al niño [niña] hacia el mundo, facilitándole que aprendiera de otros y su entorno. Es más, ocuparía a los niños [y niñas] en todos los terrenos posibles (aprovechando todos sus sentidos), animándoles a desarrollar y apreciar sus propias capacidades y a cooperar con los demás. Es decir, la educación debía ser activa, no competitiva y estar lo menos dirigida posible, o sea, estar basada fundamentalmente en la curiosidad natural de los niños [y niñas].4

Respetar a los niños [y niñas] y educarlos bien era de vital importancia para el proceso de cambio social revolucionario. La ignorancia hacía a las personas especialmente vulnerables a la opresión y el sufrimiento. Y lo que era más importante, la educación preparaba a las personas para la vida en sociedad. Las escuelas autoritarias (o las familias), basadas en el miedo, formaban a las personas para ser sumisas a un gobierno autoritario. Se necesitaban escuelas diferentes que preparasen a las personas para vivir en una sociedad sin dominación.5

Era preciso formar a maestros [y maestras] que preparan a los niños [y niñas] para un mundo más igualitario. Tendrían que creerse artistas, capaces de encender la chispa de la creatividad en los demás: << ¡Que nadie sin fantasía, sin intuición, sin inspiración, sin intuición, sin inspiración se crea maestro! >>6 Y estos nuevos maestros [y maestras] debían aprender nuevos principios educativos:

1) La pedagogía debe sentirse como arte; debe apoyarse en esa inspiración íntima y creadora.

2) La inspiración pedagógica enseñará al maestro [maestra] a descubrir en cada niño [y niña] y en cada momento la verdad viva que viva que cada niño [y niña] y cada momento imponen.

3) No hay doctrina racionalista tan excelente e infalible que pueda ser impuesta como razón suprema en las mentalidades infantiles.

4) El maestro con inspiración amará, no a los niños [y niñas] en abstracto: amará a cada niño [niña]. Comprenderá, aprenderá y sabrá enseñar a cada niño [y niña].

5) El [la] maestro [maestra] bueno [a] medirá la sensibilidad de cada niño [niña], dará matemáticas al que la tiene aguda y música al que la tiene escasa y lenta

6) Se evitará la mezquina competencia, externos premios y castigos.

7) En la escuela, pocos niños [niñas]. Cuando pasan de diez, la labor pedagógica se esteriliza.”7


Redelpunk, Noviembre 2009, Sevilla

1. Nota del autor: El texto se escribe únicamente en masculino, así que desde mi visión sobre la escritura creo necesario reflejar lo femenino escribiéndolo, pues “lo que no se nombra, no existe”. Así pues, escribiré en corchea el femenino de todos los sustantivos que refieran al niño u hombre.

2. <>, Mujeres libres, núm. 5; día 65 de la Revolución (octubre del 63)

3. FEDERN, Etta: <>. Mujeres libres, num. 11

4. FLORENTINA: <>, Mujeres Libres, núms. 8, 9, 10, 11 y 12; <<>>, Mujeres Libres, núm. 7; y FEDERN: <>, Tiempos Nuevos (julio-agosto 1937), núms. 7-8.

5. Sobre la importancia de la <> entre las instituciones educativas y las relaciones de autoridad en la sociedad. […]

6. FLORENTINA: <>, Mujeres Libres, núm. 8; también <<>>, Mujeres Libres, núm. 12; GRANFEL, Pilar: <>, Mujeres Libres, núm. 10; FEDERN: <>, Mujeres Libres, núm. 9

7. Resumido en <>, Mujeres Libres, núm. 6.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ya está disponible DesEducadXs no.2


Ya esta aquí el numero 2 de nuestro fanzine, Esta vez editado conjuntamente entre TrueKe y el Colectivo Pedagógico Linbertario de Sevilla.
Este número hablamos desde cine a educacion libre de crueldad, pasando por algunas viñetas, la educación segun el colectivo mujeres libres...
En fin, que hay que leerlo pa enterarse bien, jeje

Ya esta disponible la versión para leer en el ordenador.
pincha en la imagen para descargarlo.


Salud

martes, 15 de diciembre de 2009

Progeria Mental


La educación es un músculo roto que se resquebraja cada vez más.

El conocimiento de la vida no puede ser el producto de una muerte progresiva. Seis horas con el culo pegado a una silla. Con las ganas pegadas a una silla.

A la mierda la necesidad de moverse. Nos mataron la curiosidad. Nos mataron los ojos-luces de niño. Nos han matado la infancia.
La lapidaron con libros, con apuntes, con tinta negra corriendo en los papeles. Con horarios insalvables, incambiables, insoportables.

Nos mataron la curiosidad con oleadas de información que no nos importaba. Queríamos saber y nos encerraron en unas aulas podridas. Nuestra curiosidad quedó detrás de la ventanas.

Nos enseñaron a no interesarnos por aquello que no nos enseñaban. Por lo único que realmente nos había interesado alguna vez. Y así, aprendimos a no interesarnos por nada.
Y así, empezamos a morirnos.

Nos enseñaron que aprender era sinónimo de callar. De obedecer. De escribir, de ojeras, de millones de pupitres cansados, de relojes que andaban muy lentos.

Nos quemaron la atención. Nos volvieron cansados. Convirtieron al saber en una bestia aburrida (y qué puede dar más miedo a un niño que el aburrimiento) e hicieron que huyésemos de él para sobrevivirnos. Hicieron que esperaramos la hora del recreo como perrxs esclavxs y encerradxs que esperan ansiosxs la hora del paseo. Y huíamos así, aterradxs, de todo ese conocimiento en que no éramos capaces de re-conocernos.


Y así empezamos a dejar de ser humanxs (pequeñxs y curiosxs y con ojos abiertos y despiertos) para empezar a ser un poco más personas (cansadas, apáticas, con ojeras y mucho, mucho sueño).

Reventaron nuestros huesos, que no podían parar de moverse. Los pegaron a todas esas sillas. Hicieron de nuestro cuerpo en movimiento un tronco obligado ansioso que no entendía por qué tenía que pararse.

Nos robaron la infancia. Nos cambiaron las carreras continuas hacia todas partes por un montón de paradas obligadas. Nos comieron los ojos abiertos y despiertos un montón de legañas mal cuidadas. Nos agotaron la imaginación con un montón de datos que debíamos aprender de carrerilla, cuanto antes mejor, para evitar que el tiempo se nos escapase. Nos cambiaron las canciones infantiles por poemas larguísimos que memorizábamos para recitarlos con voces graves y sumisas, con voces de adultxs que aún teníamos que perfeccionar.

Nos cambiaron los juegos por exámenes y por horas encerradxs estudiando mientras aplazábamos toda nuestra infancia viéndonos envejecer.

Nos enseñaron que ganar era algo más que "No quedarla al coger". Que era mejor un 10 que un 5. Que era mejor una persona que sacase un 10 que una persona que sacase un 5. Que había personas mejores que otras. Y que teníamos que intentar estar siempre entre los mejores. Porque ser el mejor no era sólo ser el mejor en algo: era saber que los demás eran peor que tú.

Nos inculcaron así esa carrera de galgos. Nos hicieron entender todas esas ansias y nos ayudaron a desentender nuestra vitalidad primera, nuestras ganas niñas de conocerlo todo, de olisquearlo todo, de probar y correr y buscar y saber. Nos quemaron la infancia.

Nos enseñaron a morirnos poco a poco.
Nos ayudaron a empezar a matarnos.


Carmen, Noviembre 2009, Dos Hermanas (Sevilla)