sábado, 30 de enero de 2010

Capitulo 2. Cómo robar rebeldía (Yo Soy Unx Niñx Rebelde)


Naces. Abres los ojos y lo primero que ves no es a tu madre si no a ti dependiente de un médico. Un agente externo. No es natural que cuando, después de 9 meses escuchando el corazón de tu madre, naces, te separen de ella, aunque sólo sean unos minutos. Un entorno nuevo y extraño en el cual no reconoces nada.

Justo después este sistema pinta al/la bebé como un obstáculo y rápidamente ejerce sobre la madre presiones para que su hijx deje pronto la leche materna y empiece a depender inmunológicamente de un sistema sanitario movido por el dinero. También pone a su disposición sitios donde le hacen el trabajo de cuidar y mimar a su hijx. Nos desvinculan de nuestrxs padres y madres para así hacerse con las riendas de nuestra educación y romper ese vinculo afectivo entre la madre y el/la hijx que tanto configura nuestra psicología y nuestra inteligencia emocional.

El siguiente paso en la alienación es ese proceso obligatorio llamado escolarización. En otros estados existe el margen de elección de poder educar en colegios públicos, concertados/privados o educar en casa. Esta escolarización es el proceso elemental que tiene el sistema para perpetuarse.

El método es la imposición de ideas intencionadamente concebidas como verdades absoluta negando la experimentación para evitar conflictos. Todo se teoriza para así crear una conciencia abstracta y de asimilación de contenidos y actitudes.

¿Cómo se perpetúa? Valorizando. El más apto, el que más obedece, el que más contenidos y actitudes ha asimilado, es premiado. El rebelde, el que se opone a contenidos, es criminalizado. El maestro oportuno se encargará de poner un valor a unx niñx. Decidirá, en su papel omnipotente, el futuro académico, y por lo cual profesional, de estx.

Pero siempre hay disidentes. Siempre hay niñxs que plantan cara a esa autoridad excesiva. Viéndose afectados por el germen rebelde. Ante un techo inexplicable hay mentes que necesitan buscar un porqué. Y si de algo carece este sistema, es de explicaciones lógicas a los ojos y a las experiencias, escasas para una mente sin hacer aún, que necesita exactamente de lo que el sistema carece, de experiencias. Entonces ven el techo impuesto, y lo saltan.

Es en ese momento en el cual el sistema juega su arma más sucia: la intimidación. Aquí es donde empiezan los métodos represivos. El primero es el comportamiento. Debes comportarte como un trabajador que produce unas ciertas horas al día, así te acostumbraras a obedecer a cambio de premios, primero unas notas, mas tarde dinero.

Queda menospreciada la espontaneidad, lo que se valora es reproducir, y reproducir haciendo una copia lo más perfecta posible. ¿Cuál es el fin? Que reproduzcan sus valores, sus escalafones, sus jerarquías, sus relaciones sociales, y así hasta reproducirse todos los valores de esta sociedad podrida. Lxs niñxs ya no son niñxs son pequeñxs esclavxs del sistema. Son proletarixs con edad de jugar.

Más tarde viene la segunda etapa en la edad escolar, es decir en nuestra doma, la educación secundaria. Aquí se trasmite una cierta potestad al alumno, se le hace creer que decide sobre su futuro y se le dan los mismos valores pero envueltos en ciencias o en letras. Empieza a funcionar la especialización. Eso que nos hace depender a unxs de otrxs necesitando los productos que dan otrxs a cambio de nuestro trabajo. Nos vemos obligadxs a entrar en su sistema económico.

Nos trasmiten la necesidad de especializarnos más y más para ser mejores y valer más en su sistema de valores, porque si no entras en el te costará sobrevivir.

Es la forma que tiene el sistema de apaciguar, mediante la política del miedo, a las personas haciéndoles seres sociales por encima de seres pensantes. Y alguno pensará, pero ser social también es bueno. Exacto. Ser social es bueno cuando la sociedad es un reflejo de los deseos y necesidades de toda la gente perteneciente, y no cuando sus valores apuntan a una clase elitista y dominante.

Nuestra llama arde dentro, nos vemos obligadxs a callar y callar. Pero esto sucede sólo mientras nuestras mentes son lo suficientemente inocentes e ingenuas cómo para creerse el orden social establecido.

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